Alter Ego

 



Por: Koral García Delgado @harkalya

Co-autor: Alter Ego game app


Dedicado a mi querida Arlenis Olivero, agradeciendo por darme cita con mi bailarina en El Camino del Artista*.




Pinky entró en su camerino del cabaret, se sentó en el taburete y se descalzó las altas botas de patente charol color fucsia, a continuación se despojó de las abundantes propinas sobre el peinador y dejó su estola de plumas guindada en el perchero. Se desvistió con gracia felina, desabrochando su corset cuidadosamente y lo colocó junto con las pantaletas, el ceñidor y las medias en el cesto de la ropa sucia. Limpió su rostro de maquillaje y tomó una ducha. Detestaba el olor del bar impregnado en su cabello y su ropa, pero amaba los lujos y la sensación de ser deseada. Algún día cambiaría de vida, pero no hoy.

Con la toalla aún enrollada en su cabeza como un turbante, tomó asiento y contó el dinero de las propinas, mil doscientos veintidós dólares con veinticinco centavos. Una buena noche para ser domingo, o más bien lunes, si consideraba la hora. Abrió la cajita de música y le dio cuerda, la pequeña bailarina empezó a girar al ritmo de la conocida lullaby mientras acomodaba los billetes en el compartimiento secreto. La música despertó la nostalgia por su infancia y le arrancó un bostezo. ¿Quedaba algo de esa dulce niña en la mujer que ahora se reflejaba en el espejo? 

Se sentía demasiado cansada para regresar a casa a esa hora de la madrugada, a una casa vacía donde nadie la esperaba, a una casa sin calor de hogar; además no sería prudente -con todas esas noticias sobre violaciones, feminicidios y tantas atrocidades que se leían en los medios últimamente, sólo de pensarlo sintió como la ansiedad le tensaba los músculos, no tenía ningunas ganas de poner a prueba sus lecciones marciales de defensa personal. En cambio prefirió tomar uno de sus libros del pequeño estante a su espalda y recostarse a leer esperando hasta el amanecer en el chaise longe. Sus finos dedos se deslizaron por los lomos de sus silenciosos amigos... De tín marín... Hesse, Camus, Dostoyevsky, Kafka, Saint Exupery, Poe, Chejov... El Primer Amor, de Iván Turgenev... cerró los ojos y abrió una página al azar, la número 75:

"La sensación de beatitud cual experimenté en aquel entonces no se ha repetido nunca en mi vida. Se colgó como un dulce dolor en todos mis miembros y se expulsa finalmente en vueltas raptadas y exclamaciones. Como un asunto de hecho, yo era aún una criatura..."

Lo devolvió a su lugar, un sabor agridulce pasando grueso por su garganta, destacando la oquedad creciente que oprime en su pecho y optó entonces por su favorito invicto de todos los tiempos: Alicia En El País De Las Maravillas de Lewis Caroll. Muchos lo consideran un libro infantil, pero no ella. Después de todo, ¿cuántos de quienes lo han leído han seguido realmente al conejo blanco? ¿Cuántos han caído por su agujero y llegado al otro lado? "El camino se guía a sí mismo"... 

En algún momento debió quedarse dormida porque de repente se encontró frente a todos esos rostros pétros y una voz metálica repitiéndose sin cesar: ¿Quién eres? ¿Quién eres? ¿Qué quieres? Pero por ningún lado se veía la simpática y narcótica oruga. No había fiestas de té ni rosas pintadas. Sólo una calle interminable repleta de los rostros grises y severos que la miran con reproche, que fruncen el ceño con disgusto, que niegan censurando con reprobación. Y ella en el medio dando vueltas como la bailarina de la caja de música, con su leotardo y su tutú, sin saber qué contestar, sólo girando sin sentido pero con ritmo, marcando compases de polka con sus brazos como agujas de un reloj, mientras sus pies van de la primera a la tercera posición y plies-demiplies-grandplies... una y otra vez... una y otra vez... una y otra vez. Todo está bien, todo está bien, todo va a estar simplemente bien, repito en mi cabeza, tratando de evitar las sensaciones desagradables que me embargan, el temor a tropezar, las zapatillas desgastadas que maltratan los pies con su punta de yeso, el moño apretado sobre la coronilla halando desde las sienes que me hace doler la cabeza y no me deja pensar. 

¿Quién soy? ¿Es que tengo que ser "alguien"? ¿Acaso no puedo ser solamente yo misma? No lo sé, a ciencia cierta, no lo sé... soy un alma errante en los designios del Cosmos, un anhelo ancestral perdido entre suspiros de amores imposibles e insatisfechos, un espejo roto cuyos fragmentos persisten en su voluntad de reflejar... ¿Que qué quiero? Sólo quiero estar en paz, lo que sea que eso signifique... traspasar el conflicto latente de un optimismo obsesivo, la fijación de una certeza en el teatro de la incertidumbre donde la negatividad me ofende con su repulsiva fealdad... Danzar o quizas volar, flotar, entregarme hasta disolverme en el absoluto, hasta que sólo quede una sonrisa de luna creciente suspendida como un recuerdo efímero en el oscuro telón al fondo del escenario que es el mundo, hasta que aquella añorada inocencia regrese y se instale, sin desaparecer jamás...




*Libro El Camino Del Artista, de la autora Julia Cameron.

Arte: Harkalya 

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