Dios (texto de 1999)


Se siente un rumor en el oído, zumbido de miles de emisoras radiales a medio sintonizar, un escalofrío, un cosquilleo. Después luz y más después lo mismo. Siempre cuando no lo buscas, cuando no lo esperas y tan pronto... fugaz resplandor. Tratas de retenerlo, de saborearlo, y se va, deslizándose suave en el rumor de los ruidos cotidianos, en el frío de la mañana, el calor de la tarde, el impredecible clima de la noche. De vuelta en los ojos del cuerpo, con las neuronas a punto de cortocircuito, el corazón rápido, la mente clara que se va nublando enseguida. ¿Por qué no puedo alcanzarte para siempre? ¿Por qué seguir con la visión turbia? ¿Qué me falta aún? Siento tu presencia queriendo gritar algo con la voz de la brisa, veo asomarse tu cara en la montaña, el guiño de tu ojo en las gotas de rocío, ¿Por qué apareces ante mí si no puedo tenerte, alcanzarte? Quiero seguir viendo desde adentro de tu mirada.
¡Sálvame, elévame, de nuevo, de este vacío sácame, permanece aquí!

Libre Albedrío (texto de 1998)


Esta reflexión la tuve un día jueves de 1998, mientras caminaba por las atropelladas calles de la ciudad de Caracas:

"Libre albedrío... extraño concepto, pienso en las razones que podrían haber motivado a Dios para otorgar a su creación tal facultad y en lo contradictorio de la apariencia del mundo, en lo que hacemos los seres humanos con nuestra capacidad de elección. Me pregunto, ¿qué es realmente lo que podemos elegir? ¿Qué quiere Dios que escojamos?

Porque definitivamente, nuestra existencia debería encaminarse a la unión con Dios, pero para eso no encuentro cuál era la necesidad de separarnos... Entonces (efectos especiales de iluminación y música, por favor) comprendo que Dios no interviene en nuestra vida porque ante su mirada eterna, atemporal, omnisapiente, seguimos siendo tan perfectos como él/ella es, y luego toda la miseria del mundo no es más que el olvido de esa verdad, es lo que algunas (minorías pero muy influyentes) conciencias turbias decidieron como lo que se debe ver. Entonces si para Dios pasado, presente y futuro son un mismo tiempo y para Sus Ojos no existen las limitaciones que creemos tener, pues somos a su imagen y semejanza, y por lo tanto Divinos; quiere decir que para Dios nunca hemos salido de su seno, aún formamos parte del Cuerpo Cósmico de nuestro Universo Creador como un todo indivisible.

Ésa era la respuesta: Nunca hemos salido de Dios y el libre albedrío consiste en percatarse o no de ello, si se elige darse cuenta, se pueden manifestar las facultades de Dios en la ilusión tan sólidamente construída por la (mala) tradición y de este modo vencer la separación con la insondable sabiduría que emana de lo más profundo del Cosmos. Saber que seguimos siendo en Dios, desde siempre, sin ruptura, sin dolor, hasta siempre.

¿Indolencia o Impotencia?


Cada día me despierto con una inquietud que ni el mejor de mis optimismos logra contrarrestar, nuestro planeta azul se vuelve gris ante nuestros ojos indiferentes, los seres humanos estamos tan ensimismados con procurar nuestro comfort y bienestar que olvidamos una verdad esencial: No somos los dueños de este lugar, SOMOS PARTE DE ÉL.


Cuando cualquier órgano, glándula, célula de nuestro organismo comienza a reproducirse sin control o altera su funcionamiento de alguna manera anómala nosotros lo llamamos "enfermedad" y tratamos, con mayor o menor éxito, de eliminarla. Vista la analogía me pregunto cómo nos llamará a nosotros la Tierra, ¿cáncer, parásito, epidemia? Pues a todas luces que no nos comportamos como sus "hijos", no al menos como los de la Gran Madre.


No pienso perder el tiempo remontándome a edades doradas de la humanidad o a los albores de ninguna civilización, pues está claro que el presente es la consecuencia de la suma de decisiones individuales y colectivas de todos cuantos estuvieron antes que nosotros, sin embargo, sí creo que estamos en capacidad de influir en nuestras esferas de realidad para provocar un cambio significativo en el mediano y largo plazo.


Se ha repetido numerosas veces que en la unión está la fuerza y seguimos disgregados; se nos dice que el destino está en nuestras manos pero no nos entregan herramientas para moldearlo, sí en cambio numerosos obstáculos para alcanzar nuestros sueños... Muchas veces nuestras voces se ahogan sin llegar a ser escuchadas y lentamente vamos perdiendo nuestra humanidad, los mendigos en sus camas de cartón dejan de parecernos personas para pasar a formar parte de la mugre, los pedigüeños en los semáforos son percibidos como potenciales asaltantes, los animales domésticos son gastos y estorbos y así sucesivamente, limitando la experiencia vital a una serie de amenazas ante las cuales hay que defenderse a toda costa. Algunas veces queremos tomar iniciativas y nos quedamos desorientados y frustrados, aplastados por el peso de la burocracia y demás inconvenientes del sistema.

Finalmente lo esencial se queda atrapado dentro de los rigores cotidianos, con muy pocas posibilidades de emerger, pero no podemos dejarnos ganar por la inercia y la indolencia. La única estrategia ante la impotencia es la acción puntual, la gota de agua que horada la piedra.

¿Cuál será nuestro legado? Activemos la resistencia verde, después de todo, los nadie siempre hemos sido más.
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